
El futuro son los plásticos biodegradables obtenidos a partir de fuentes
renovables, como el maíz.
Casi todo lo que compramos, la mayor parte de la comida que comemos y muchas de
las bebidas que bebemos vienen envasados en plástico. Estos envases, por su
durabilidad, dañan el medio ambiente y, además, se fabrican a partir de
derivados del petróleo, una fuente no renovable de
energía.
Buscando una solución a estos problemas, científicos e
ingenieros vienen desarrollando plásticos biodegradables obtenidos a partir de
fuentes renovables, como las plantas. Un material es biodegradable cuando puede
ser degradado a sustancias más simples por la acción de organismos vivos, y de
esta manera ser eliminado del medio ambiente.
La razón por la cual los
plásticos tradicionales no son biodegradables es porque son polímeros demasiado
largos y compactos como para ser atacados y degradados por los organismos
descomponedores. Pero los plásticos basados en polímeros de plantas tienen una
estructura que puede ser destruida por los microorganismos.
El
almidón es un polímero natural, un gran hidrato de carbono que la planta
sintetiza durante la fotosíntesis y le sirve como reserva de energía. Los
cereales, como el maíz, contienen gran cantidad de almidón. El almidón puede ser
procesado y convertido en plástico, pero como es soluble en agua, se ablanda y
deforma cuando entra en contacto con la humedad, limitando su uso. Este problema
puede ser solucionado modificando el almidón. Primero, el almidón se extrae del
maíz, luego los microorganismos los transforman en una molécula más pequeña (un
monómero), el ácido láctico. Después, este ácido láctico es tratado químicamente
de manera de formar cadenas o polímeros, con una estructura molecular parecida a
la de los de origen petroquímico, que se unen entre sí para formar el plástico
llamado PLA (ácido poliláctico). Otra manera de hacer polímeros biodegradables
es empleando bacterias que fabrican gránulos de un plástico llamado
Polihidroxialcanoato (PHA). Las bacterias pueden crecer en cultivo y el plástico
ser extraído fácilmente.
En Japón buscan desesperadamente
independizarse del petróleo, y la respuesta está en el maíz. Los principales
avances con los motores de hidrógeno tienen el sello nipón, y la energía solar
ha conocido sus mayores avances en aquel país. Fueron los primeros en eliminar
los metales pesados de la composición de los ordenadores, y en estos avances ha
pesado mucho la ecología. No en vano, el gobierno de Tokio cuenta con la
legislación medioambiental más exigente, y predica con el ejemplo. Para
participar en cualquier concurso de suministros informáticos para el Estado, las
PC deben cumplir una serie de requisitos que minimicen su impacto contra el me
dio ambiente. A este escenario se le sumó el alza del petróleo.
Preservar los
escasos recursos petrolíferos y prevenir el calentamiento global de la Tierra.
Esos son los argumentos que alegan Nec, Fujitsu, Sanyo, Pioneer o Sony, para sus
ensayos con plásticos obtenidos de los vegetales. Pero es el maíz el candidato
mejor situado para quitarle a los ordenadores su olor a petróleo.
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